Por Guillermo Rocafort*
Usurpando Gibraltar, Inglaterra no sólo rompió la cohesión del comercio del Imperio Español sino que marcó el comienzo de la legalización de la piratería económica, que en el siglo XX se ha transformado en sus paraísos fiscales. Desde que se abrió la verja, el problema de Gibraltar no ha dejado de agravarse para España. La cuestión militar de la ocupación, ya no es lo esencial; ahora prima la cuestión económica, el Paraíso Fiscal de Gibraltar, que cumple a la perfección las tres condiciones para ser considerado como tal: impuestos cero o nominales, falta de transparencia y protección de información financiera personal.
Hoy, Cádiz, la provincia limítrofe con Gibraltar padece un paro del 40% mientras que los ocupantes del Peñón disfrutan del pleno empleo, de unos incrementos del PIB anuales del 5% y de superávit presupuestario. Con 30.000 habitantes, tienen domiciliadas 80.000 sociedades. Sus sectores más importantes son el financiero (30%), el turismo (30%), el comercio de mercancías (25%) y sus casinos en Internet (15%). La renta per capita anual del gibraltareño ronda los 41.000 euros mientras que la del británico es de 28.500 y la del español de 24.000.
El impuesto de sociedades gibraltareño es del 10% y además sólo se aplica a las rentas generadas en su territorio, estando las de fuera exentas. Este agravio está deslocalizando muchos negocios de España. Para colmo, allí no se aplica el IVA. Gibraltar crece porque el capitalismo delincuencial que la sustenta tiene confianza plena de que sus privilegios fiscales se perpetuarán bajo la protección de Inglaterra. Desconfianza en su futuro inglés es lo que tiene que poner España sobre la mesa ya. Desestabilizando Gibraltar, sus capitales huirán rápidamente. El verdadero conflicto es a ellos a quienes perjudicará y lo saben. Por eso sus provocaciones no son constantes y están dosificadas. La solución pasaría no sólo por cerrar esa verja que nunca se debió abrir; hoy se deben de cerrar muchas verjas más, como la bancaria, la de internet, la turística y las verjas políticas, deportivas y fiscales, además del espacio aéreo y de las rutas de cruceros y demás tráfico alrededor de Gibraltar, empezando por el del narcotráfico y el del blanqueo de capitales.
El impuesto de sociedades gibraltareño es del 10% y además sólo se aplica a las rentas generadas en su territorio, estando las de fuera exentas. Este agravio está deslocalizando muchos negocios de España. Para colmo, allí no se aplica el IVA. Gibraltar crece porque el capitalismo delincuencial que la sustenta tiene confianza plena de que sus privilegios fiscales se perpetuarán bajo la protección de Inglaterra. Desconfianza en su futuro inglés es lo que tiene que poner España sobre la mesa ya. Desestabilizando Gibraltar, sus capitales huirán rápidamente. El verdadero conflicto es a ellos a quienes perjudicará y lo saben. Por eso sus provocaciones no son constantes y están dosificadas. La solución pasaría no sólo por cerrar esa verja que nunca se debió abrir; hoy se deben de cerrar muchas verjas más, como la bancaria, la de internet, la turística y las verjas políticas, deportivas y fiscales, además del espacio aéreo y de las rutas de cruceros y demás tráfico alrededor de Gibraltar, empezando por el del narcotráfico y el del blanqueo de capitales.
La mayoría de los Paraísos Fiscales pertenecen a Inglaterra. Nicolas Shaxson, en su libro “Las islas del tesoro: paraísos fiscales y hombres que robaron al Mundo” afirma que “los catorce territorios de Ultramar, el siguiente anillo de la tela de araña, son los últimos puestos fronterizos que han sobrevivido del Imperio Británico formal. Con apenas un cuarto de millón de habitantes, entre ellos se incluyen algunas de las jurisdicciones más secretas del Mundo: Islas Caimán, Bermudas, Las Islas Vírgenes, Gibraltar, Las Malvinas,....”. Es ese capitalismo salvaje y especulativo de los Paraísos fiscales anglosajones el que está matando el capitalismo productivo, son causantes principales de esta crisis que padecemos y en esta depredación, Gibraltar se está retratando como un Cáncer económico para España, Cáncer que se alimenta ante la pasividad de los españoles y a la red de corruptelas, grandes y pequeñas, que han ido tejiendo en estas últimas décadas en nuestra Nación.
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