Lunes, mayo 21, 2012, 0:20
Opinión
Uno de los principales problemas en relación con Gibraltar es la desinformación de la opinión pública española al respecto. Desinformación nacida de las altas esferas políticas y de los medios, a partir del prejuicio hipócrita de ese “antifranquismo” de pandereta tan extendido después de muerto Franco: hablar de Gibraltar sonaba a “franquista”. Pero Franco, precisamente, siguió la única política adecuada al respecto, a la que hay que volver so pena de seguir soportando la insolencia vejatoria de los gobiernos ingleses y los llanitos. Recuerdo que en otra época muchos pensaban que el obstáculo a la recuperación del peñón era el mismo Franco, tal como pensaban que la ETA dejaría de matar cuando muriese el Caudillo. La estupidez es una fuerza muy potente en la historia, y el antifranquismo es una de sus más logradas expresiones.
La colonia inglesa no solo es una permanente injuria para España, también un dato muy revelador sobre la artificiosidad de la UE y sobre la OTAN y nuestros intereses, preteridos mientras subsista la colonia. España tiene mucho interés para la OTAN, pero esta tiene poco interés para España, ya que nuestra única amenaza potencial proviene del norte de África, especialmente de Marruecos, y la OTAN no incluye a Ceuta y Melilla ni por tanto nos protege de una posible agresión; aparte de que tanto la UE como la OTAN han estado apoyando demencialmente la expansión del islamismo radical por el norte de África. La UE, al reconocer una colonia como parte de ella, colabora con la permanente agresión inglesa. Por una limitación psicológica e intelectual, tendemos a sentirnos deudores y hasta necesitados de tutela de la UE y la OTAN, cuando todos los datos demuestran que estas nos necesitan mucho más que nosotros a ellas.
Por tanto, el problema de Gibraltar debe plantearse en un doble sentido: por una parte, información a la opinión pública, para lo que sería muy conveniente una asociación ad hoc independiente de la administración, una especie de ONG; por otra parte, ya en en nivel del gobierno (esto es más dudoso) implicar en el problema a la UE y la OTAN, aparte de ir tomando medidas progresivas de presión sobre el mismo Gibraltar, con aplicación del Tratado de Utrecht, sistemática y piratescamente vulnerado por Inglaterra. El peñón, en definitiva, vive de España, no España del peñón.
Todo el problema se resume en esto: Londres y sus llanitos creen, no del todo erróneamente, que los políticos españoles son unos mandangas, y que por lo tanto se puede chulear y menospreciar a España indefinidamente y sin consecuencias. Vean ahora la mezcla de abyección y de usurpación de funciones –y quizá de otras cosas– de la alcalda de La Línea, en plan de ministra de asuntos exteriores para colaborar con la colonia sin que nadie la ponga en su sitio. Solo si en algún momento deja de ser así, si la calidad de los políticos españoles mejora y un partido toma el agravio realmente en serio, cambiarán de actitud los gobernantes ingleses.
PÍO MOA
Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Pío Moa en La Gaceta (20/05/2012)
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